Indignados con la política

Publié le par Vision Global

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En un acto de desesperación e indignación con la clase política española, numerosos jóvenes y no tan jóvenes han decidido tomar algunos espacios públicos representativos de las grandes ciudades españolas para mostrar su descontento con el contexto socioeconómico que vive el país. De manera similar a lo que ha ocurrido en números países árabes, los componentes del autoproclamado movimiento del 15-M han organizado protestas y acampadas justo antes de las elecciones autonómicas y municipales para reclamar a los partidos políticos una democracia real.

 

 

La generación mejor preparada de la historia española se encuentra en la paradoja de no ver muy claro su futuro. La ciudadanía tiene todo el derecho del mundo a indignarse, pero es evidente que el gobierno en funciones no tiene toda la culpa de la actual situación socioeconómica. Con el Partido Popular (PP) habría ocurrido algo parecido. Por desgracia en nuestra sociedad, la demagogia funciona para sacar provecho electoral.

 

La crisis actual hará que los líderes mundiales replanteen el Estado del bienestar que tanto ha costado conseguir en los países desarrollados. El problema está en que los gobernantes están sometidos a la dictadura de los mercados. Por este motivo, los gobiernos tienen un escaso margen de maniobra. En una situación como la actual, reformar el mercado laboral quiere decir menos protección para los trabajadores. En consecuencia, es normal que el borrador de reforma de negociación colectiva no satisfaga ni a empresarios (CEOE), ni a sindicatos, UGT y CC.OO., principalmente.

Por lo que pueda pasar, el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy ha declarado, por si gana las próximas elecciones: "tendremos el Estado de bienestar que podamos". El sistema sanitario, por ejemplo, tal y como lo conocemos es insostenible y la reforma laboral que entró en vigor el pasado 1 de enero no ha sido suficiente para crear empleos. 

 

Sistema de pensiones, reforma laboral, déficit sanitario, sistema financiero, déficit público, entre muchas otras reformas y recortes obedecen a esta reestructuración del capitalismo y la democracia a nivel mundial. El clamor de indignación que se encendió en Grecia no ha parado de extenderse a otros países, ricos y pobres. En algunas ocasiones da la impresión de que los cambios que introduce el gobierno español estén dictados desde Bruselas. En concreto se pide al gobierno español un mayor control del gasto autonómico y de los ayuntamientos, y un aumento del IVA.  

 

La muestra de que hay que reestructurar todas las grandes organizaciones internacionales la encontramos en la lucha que se está produciendo entre varios países por colocar a uno de los suyos al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) después del complot organizado para apartar al francés Dominique Strauss-Kahn. China, India, Rusia, Brasil y Sudáfrica (BRICS) representan más del 20 % de la economía mundial, algo que la administración Obama ha reconocido.

Nos encontramos en un mundo multipolar en el que EE.UU. y la UE deben ser conscientes de esta nueva realidad sin complejos ni aires de superioridad. Colocar a un europeo al frente del Fondo Monetario por tradición está mal visto por muchos países emergentes que reclaman su parte del pastel en el nuevo contexto geopolítico mundial.  

 

En algunas ocasiones, una retirada a tiempo es como una victoria parcial. En mi modesta opinión si los integrantes del movimiento 15-M lo que pretendían era dar un toque de atención a la clase política para que tengan más en cuenta a los ciudadanos y perfeccionen la democracia, tenían que haber disuelto la protesta nada más acabar las elecciones del 22 de mayo. Con la decisión de seguir con la protesta da la sensación de que a los organizadores se les ha ido de las manos y el movimiento podría agonizar sin conseguir ningún objetivo concreto.

La idea de trasladar las protestas de la Puerta del Sol al Congreso de los Diputados (Madrid) de manera masiva el día 19 de junio, con el riesgo que representan los "infiltrados", es decir, "antisistemas" y "okupas", podría acabar de manera muy violenta. De igual modo situar las protestas en los barrios y en los municipios les restará cobertura informativa y apoyo social, haciendo desaparecer el movimiento en cuestión de meses.

 

Recorrer uno a uno todos los pueblos de España, es una buena idea para hacer turismo, pero su efecto real sería dudoso. Como parece haber quedado demostrado dicho movimiento no ha sido organizado por ningún partido político en particular, sino por ciudadanos que ven negro su futuro. Este es el motivo por el que casi todos los grandes partidos políticos europeos en el poder han sido castigados por los electores, indiferentemente si son de izquierda o derecha. Este hecho ha ocurrido en Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, España, Portugal o Grecia.

Para el 22,1% de los españoles, la clase política es uno de los principales problemas, solo por detrás del paro y los problemas económicos según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). No es una exageración que el 78,6% de los españoles tengan miedo a perder el trabajo.            

 

Como todos los movimientos que comienzan su andadura con buenas intensiones, el 15-M se está asfixiando a si mismo. Lentitud a la hora de tomar decisiones, problemas con los comercios de la zona, problemas eléctricos, de convivencia, el cansancio y hasta la lluvia provocan que se conviertan en lugares llenos de tensión, en el que las drogas y el alcohol pueden hacer que el movimiento se convierta en un cóctel molotov y acabe explotando. Una muestra de esto se produjo durante el desalojo de los acampados en la Plaza Cataluña en Barcelona ante la posible victoria del Fútbol Club Barcelona en la Liga de Campeones. 

 

Ante este acontecimiento, los sociólogos están desconcertados. Algunos atribuyen el movimiento a un distanciamiento entre la clase política y los ciudadanos, mientras que otros ven reminiscencias en Mayo del 68, en el que se mezclaban las fiestas y las protestas.     

 

De todas las propuestas que persiguen los indignados la única que podría llegar a buen puerto sería que se celebren elecciones primarias en el seno de los partidos políticos, aunque la idea de las listas abiertas no es vista con buenos ojos desde los principales partidos. A Mariano Rajoy lo designó Aznar, mientras que a Rubalcaba lo eligió Zapatero como sucesor. La idea de constituirse en partido político es muy complicada porque la mayoría de sus integrantes pertenecen a ideologías muy diferentes.

A muchos, incluso la política les importa un pepino.

  

El aumento de la abstención y del voto en blanco confirman el escaso interés de muchos ciudadanos por la política en los países ricos. En las últimas elecciones municipales en España se produjo una abstención del 45%, mientras que el voto en blanco fue del 4,1%. Teniendo en cuenta estos datos es comprensible que muchos ciudadanos no se sientan representados por los politicos, ya que su legitimidad es cuestionable.

Para evitar este problema se podrían anular unas elecciones cuando la abstención resulte demasiado elevada.     

 

La diferencia que presenta el movimiento 15-M con la de los países árabes radica en que en aquellos países la gente enfocaba su descontento en dictadores o clanes que se habían apoderado del país como es el caso de Egipto con Mubarak, Túnez con Ben Ali, Bashar al Assad en Siria o Libia con Muammar Gaddafi. En España, los indignados enfocan su descontento en la clase politica, un ente difuso y desprestigiado al que resulta difícil individualizar. Aquello tan simplista de que "cada país tiene la clase política que se merece" roza la demencia.   

 

A pesar de las claras evidencias de corrupción, Francisco Camps arrasó en las pasadas elecciones valencianas. Como se da por supuesto que todos los políticos son corruptos, la corrupción parece importar cada vez menos si el político hace cosas positivas por la comunidad. Con el paso del tiempo parece que la delgada línea ideológica que separa la izquierda y la derecha se va difuminando al tiempo que se refuerza la figura de los líderes políticos que trascienden en muchos casos a los partidos. Si nombro las figuras de Ronald Reagan o Mitterrand muchos entenderán lo que digo.

   

Los partidos políticos en su conjunto han derivado hacia una partitocracia de la que es difícil escapar, de ahí las dificultades para plantear primarias en muchos países. Las propuestas de los indignados son en muchos casos una quimera, ya que hemos llegado a este punto después de muchas rectificaciones de la democracia. Cuando se pasó de la democracia clásica a la liberal, se pensó que ya no había avance posible, sino pequeños retoques para perfeccionar un sistema que a pesar de sus inconvenientes, posee muchas más ventajas. Nuestro sistema político y económico no es malo por si solo, sino que se corrompe por la picaresca de los gestores que tienen que aplicarlo y por la ambición de los ciudadanos. En Grecia se ha descubierto que unos 7.000 jubilados muertos seguían cobrando la pensión, sus familiares se entiende. 

 

Por respeto a muchos damnificados por la crisis habría que acabar con los años de exceso en que han vivido algunos políticos. Gastarse más de 20.000 euros del erario público para tunear un coche o una fortuna para remodelar un despacho no son los mejores ejemplos de responsabilidad política. El sueldo de los políticos debería estar fijado en relación a la realidad económica de cada país, y no a la que ellos mismos se marquen. Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre dijo que no llegaba a fin de mes con sus 8.000 euros de sueldo, muchos pensamos que se trataba de una broma, de mal gusto claro. En la política hace falta más trasparencia. Los casos Gürtel o Marbella proyectan una imagen de los políticos muy nefasta que no tienen fronteras ni ideología política.

 

Ejemplos como el de Islandia, juzgando al ex primer ministro Geir Haarde por gestión deficiente de la crisis en su país es un buen síntoma del cambio. Cuando un servidor público lleva a su país a la bancarrota lo más normal es que tenga que responder ante el pueblo que lo ha elegido. Por desgracia para él, se trata del primer juicio en el mundo contra un jefe de gobierno por la gestión de la crisis.

Hay que acabar con la extraña idea de que cuando se elige a un político se le entrega un cheque en blanco para que haga lo que quiera.

 

 A pesar de que la democracia representativa está en crisis, desgraciadamente  no existe otro sistema mejor para nuestras complejas sociedades modernas. Aunque el poder resida en el pueblo, como nos enseñó la Revolución francesa, es necesario que ese poder lo administren las personas mejor preparadas de la sociedad por el bien de todos.   

 

Alcides Pimentel Paulino

 

Publié dans Actualité

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